Golondrinas.

Te encontré atrapado, entre las tablas de madera en el taller de mi abuelo y pensé que eras lo más bello que he visto en mi vida.
Me acerqué. Y me arrepentí de haberlo hecho.
Tú ni siquiera estabas vivo, ni siquiera respirabas. Tus alas rotas estaban petrificadas al igual que tu cuerpo inerte y tus plumas oscuras.
Quería comprobar que no era cierto, que no podía ser verdad que estuvieras muerto pero cada vez que te miraba supe que no volverías a la vida.
Mi querida golondrina, quizás te estuvieras resguardando de la lluvia, de las tormentas, del calor pero esto te llevó a la muerte. 
Siento no haber llegado antes, siento no haber estado, para poder salvarte.
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